SECCIONES, PERSONAJES Y ELEMENTOS DESAPARECIDOS
GUARDIA PRETORIANA
Creada en 1860 estaba integrada por un centurión y varios soldados romanos con tambor y clarines. Era tradición que en la procesión del Santo Entierro acompañase al paso de Jesús Camino del Calvario.
Después del Proyecto de reforma del Santo Entierro se modifica su uniforme en 1913 y posteriormente se reformarán nuevamente en 1967.
La guardia quedará disuelta después del Santo Entierro de 1970.
PORTADORES O TERCEROLES
Los pasos eran llevados a hombros o andas por los Portadores o Terceroles, que eran labradores de las afueras de la ciudad. En los varales de la peana se situaban los labradores mayores y, en los laterales, los costaleros y mozos. Los cabeceros solían ser labradores o artesanos acomodados, siendo el cargo hereditario, y al finalizar la procesión eran los encargados de repartir a los fieles los ramos de olivo y de laurel que ornamentaban los pasos. Vestían túnicas negras ceñidas con un cíngulo también negro del que colgaban un pañuelo o sudario con el que se enjugaban el sudor.
Esta sección desapareció después de la huelga que protagonizaron en 1935 alentados por los sindicatos. Por lo sucedido, la Hermandad tuvo que poner ruedas a los pasos ante la negativa de esta sección a seguir portando los pasos.
ÉQUITES
Antiguamente abrían la procesión y eran soldados romanos a caballo. En 1860 eran nueve y cada uno de ellos portaba un estandarte.
PALIO DE RESPETO
Palio que databa del año 1860 y su posición era tras la carroza del Cristo de la Cama. Posteriormente se le colocaría ruedas.
FAROLES DE LAS SIETE PALABRAS
Donados por siete damas de distinguidas familias de Zaragoza a la Hermandad, fueron estrenados en el Santo Entierro de 1913.
BANDERAS DE LAS PARTES DEL MUNDO
Fueron cuatro estandartes de terciopelo negro (Europa, Asia, África y América), y llevaban pintados una persona del continente al que representaba. Se ubicaban en las esquinas de la Cama de Señor y simbolizaban la redención de toda la humanidad por la muerte de Cristo.
Se renovaron en 1834 por el pintor Vicente Muñoz y participaron en el Santo Entierro desde 1622, cuando fueron donadas por D. Juan de Funes y Villalpando.
Actualmente se ha realizado un estudio para su restauración pero se han considerado como irrecuperables.