Siglo XIX

Wifredo Rincón García

Doctor en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza
Instituto de Historia, CSIC, Madrid

Nuevos pasos procesionales para la Hermandad de la Sangre de Cristo durante la primera mitad del siglo XIX

 

Afectado gravemente por la artillería francesa a lo largo de los dos Sitios el convento de San Francisco “en el solar ocupado en el día de hoy por la Diputación Provincial”, se perdió entre sus ruinas la mayor parte de su patrimonio artístico, incluidos los bienes de la Hermandad de la Sangre de Cristo depositados en su capilla, recinto de grandes dimensiones  donde celebraban sus cultos y guardaban las imágenes de sus pasos procesionales, la mayor parte del último tercio del siglo XVIII. De todo ello solo pudo salvarse el Crucifijo de los Reos y la venerada imagen del Cristo de la Cama que el día 17 de febrero de 1809 una mujer, Maria Blanquez, ayudada por algunos hombres, consiguió rescatar de entre las ruinas del convento, trasladándola al palacio arzobispal, donde se encontraba enfermo Palafox y luego a la Santa Capilla del templo del Pilar, donde quedo depositada “en disposición que pudieran los fieles  besar la mano por el rejado

Establecida por la Sangre de Cristo su sede canónica en la iglesia de Santa Cruz, la imagen del Santo Cristo de la Cama era trasladada a este templo en el mes de abril de 1811 y dos años más tarde el 25 de diciembre, tras el abandono de Zaragoza por los franceses el día 9 de julio de 1813, a la Real Capilla de Santa Isabel de Portugal, conocida vulgarmente como San Cayetano.

Comenzaron entonces una serie de obras de restauración y adecuación de la iglesia que se prolongaron durante varios años, correspondiéndole a la Sangre de Cristo desembolsar grandes cantidades de dinero para sufragar las reformas además de mejorar dos antiguos espacios situados en los pies del templo, adecuándolos como capillas, en las que pudieran colocarse todas sus pertenencias y el sepulcro del Señor. Para la situada en el lado de la Epístola fue encargada en 1818 a Matías de Ayerdi la realización de un retablo que pronto estaba concluido. De tradición neoclásica, dos columnas de tipo toscano sostienen un complejo entablamento con decoración en relieve. En la hornacina central, con arco de medio punto, se alojó una imagen de la Virgen de los Dolores y sobre la mesa del altar se dispuso una urna de madera tallada y dorada para la imagen del Santo Cristo de la Cama, con el brazo derecho extendido para ser adorado. En dos hornacinas, a ambos lados, fueron colocadas las imágenes del Ecce Homo y de Jesús atado a la columna.

Pronto se hizo sentir la necesidad de construir nuevos pasos para la procesión del Santo Entierro y para ello la Sangre de Cristo solicito de la Real Casa de Misericordia “propietaria de la plaza de toros”, la autorización para celebrar dos novilladas, cuyos beneficios irían destinados a sufragar los gastos de los nuevos pasos. Las novilladas tuvieron lugar los días 23 de noviembre y 26 de diciembre de 1817, obteniéndose de la primera 8.608 reales 29 maravedíes de vellón de beneficios.

A pesar de ser escasos los recursos, para la talla de las imágenes titulares de los principales misterios de la Pasión se pusieron en contacto con el escultor Llovet, encargandole las imágenes de Cristo del Ecce Homo, Jesús atado a la columna y Jesús camino del Calvario. Para su realización mantendrá Llovet el mismo modelo físico.

Una vez realizadas por Llovet las imágenes de Cristo del Ecce Homo, de Jesús atado a la columna y de Jesús Camino del Calvario, la Sangre de Cristo acordaba en 1819 encargar un paso con la Oración de Jesús en el huerto de los olivos y completar los del Ecce  Homo y de Jesús atado a la columna. En junta celebrada el 14 de agosto se comunicaba que se había tratado con Llovet, con Ayerdi y con León para tantear “el costo del paso del Huerto con la perfección correspondiente”, acordándose “que viendo los diseños se de cuentas al Capitulo”. Un mes después, en el capítulo extraordinario de 16 de septiembre, teniéndose en cuenta “las muchas ventajas y menos coste que propone Pedro León para construir el Paso del Huerto y rematar los del Ecce Homo y la Columna”, se acordó encargarlo a este escultor, se fijaba su ejecución en 5.600  reales de vellón. El proceso de estas obras fue largo, haciéndose notar por parte de la Sangre de Cristo al escultor una serie de deficiencias, lo que provoco que a lo largo del tiempo de ejecución de las imágenes las relaciones entre el escultor y la Hermandad no debieron ser muy satisfactorias. Tampoco pasó desapercibida la realización del paso de la Oración de Jesús en el huerto para la Academia de San Luis pues en junta de 2 de enero de 1820 se presentaba un memorial del escultor en el que solicitaba le fuera aprobado el paso. Sin embargo, en lugar de serle aprobado, en junta de 6 de febrero ≪observando que no se había cumplido con lo dispuesto en los estatutos≫, pues no había presentado a la Academia el boceto para su aprobación y ≪atendida su situación deplorable≫ se le impuso la multa de 100 reales de vellón. Conocido por fotografías antiguas, estaba la figura de Cristo en primer término, de rodillas, en oración y delante de el un Angel que le ofrece el cáliz, apareciendo detrás de Cristo los apóstoles Pedro, Juan y Santiago. Por lo que se refiere a la conclusión del paso del Ecce Homo en 1819, en un plano superior y tras una barandilla a modo de balcón, fue colocada la imagen de Cristo, de Llovet, tallando León las de Poncio Pilato y las de los dos soldados, mientras que en la parte inferior, un grupo de figuras de medio cuerpo colocadas sobre la peana del paso representan al pueblo que pide la muerte de Cristo.

El paso de Jesús atado a la columna fue completado por León con las figuras de dos sayones azotando a Cristo. Pocos años después de haberse completado los otros dos pasos, en el capitulo de la Sangre de Cristo de 21 de abril de 1823 se acordaba hacer las estatuas que faltaban del paso de la ≪cruz a cuestas≫, por una cantidad no superior a 2.000 reales de vellón. Tras llevarse a cabo contactos con Llovet y León, en el capitulo de 12 de julio, se acordó encargarlas a Pedro León por 95  duros. Estaba concluido para la Semana Santa de 1824 y constaba de cinco figuras: Jesus con la cruz a cuestas, de Llovet; el Cirineo, un soldado y un hebreo, obras de León y la Verónica, que fue ejecutada en 1824 por el Ayerdi.

El paso de la Coronación de Espinas fue realizado por Luis Muñoz, presentándose su modelo en la Academia de San Luis en su junta de 4 de diciembre de 1825, recibiendo una censura muy negativa, por lo que se produjo un enfrentamiento entre la institución y el escultor que recibió la aprobación, tras realizar modificaciones, una vez había sido concluido el paso y posesionado en el Santo Entierro de 1826. Constaba de tres imágenes: Jesus sentado y dos romanos coronándole de espinas.  En la actualidad está confiado a la cofradía de la Coronación de Espinas

Después de los problemas ocasionados por los encargos a León y  Muñoz, cuando en 1828 la Sangre de Cristo tuvo necesidad de contratar el paso de la Llegada de Jesús al Calvario no dudo en acudir a Llovet, recogiéndose en los libros de cuentas tres datas que ascienden a 3.300 reales de vellón. Conocido popularmente como La copa o Hiel y Vinagre, denominado en las actas capitulares como el Paso de la desnudez para clavarlo en la Cruz, consta de cuatro figuras, con Cristo en el centro, al que desnudan dos hombres mientras que un soldado lleva un vaso para darle de beber.

Los problemas volvieron a surgir cuando se encargó a Muñoz el paso de la Última Cena, cuyo dibujo a tinta −no el modelo− fue presentado en la junta celebrada por la Academia de San Luis el 5 de julio de 1829 junto con oficios del escultor y de la Sangre de Cristo solicitando su aprobación. Ante la negativa de la Academia se presentaba el modelo en la sesión de 3 de enero de 1830, aprobándose con algunas correcciones que debía tener en cuenta el escultor a la hora de su ejecución, quedando concluido en febrero del mismo año. Inspirado en el paso de Salzillo, fue ideado con dos grupos laterales de seis apóstoles y, en el frente, Cristo, todos sedentes. Procesiono hasta 1999, encargándose de el, desde 1947, la cofradía de la Institución de la Sagrada Eucaristía.

El último escultor vinculado a la Sangre de Cristo en la primera mitad del siglo XIX fue el bilbilitano Jose Alegre, residente en Zaragoza desde 1847. viviendo en Calatayud recibió el encargo de los pasos procesionales de la Crucifixión y del Prendimiento. En el primero de ellos, de 1841, de talla muy desigual, se representó el Monte Calvario con las tres cruces −Cristo en el centro y los ladrones a ambos lados−, a los pies de Cristo, las imágenes de la Virgen y San Juan y frente a él, Longinos sobre un caballo blanco, introduciendo la lanza en el lado derecho de Cristo. En la actualidad está confiado a la cofradía de la Crucifixión del Señor y de San Francisco de Asís.

Pocos años después, en 1845, ejecuto el paso del Prendimiento, compuesto por ocho figuras, recogiendo el momento del beso de Judas y el temor de Malco al serle cortada una oreja por San Pedro, rodeándoles figuras de soldados en distintas actitudes. Es titular de la Cofradía del Prendimiento y Amor de la Madre de Dios.

Por último, el paso del Descendimiento encargado en 1847 y del que se presentaba su modelo a la Academia de San Luis en junta de 7 de noviembre, concluyéndose al año siguiente. Consta de siete figuras y su composición se inspiró en un cuadro de Rubens. Desde 1940 es titular de la Cofradía del Descendimiento de la Cruz y Lágrimas de Nuestra Señora

Nuevos pasos procesionales para la Hermandad de la Sangre de Cristo durante la segunda mitad del siglo XIX

 Si durante la primera mitad del siglo fueron principalmente Llovet y Alegre los dos artífices que colaboraron con la Hermandad de la Sangre de Cristo en la ejecución de sus pasos procesionales, por lo que corresponde a la segunda mitad, la labor escultórica vinculada a la Hermandad va a tener solamente un nombre, el del escultor Antonio Jose Palao Marco, quien llevo a cabo varias obras.

Tras haber figurado en la procesión del Santo Entierro de 1855 una hermosa imagen de vestir de Nuestra Señora de los Dolores −sin que conozcamos de cual se trata, posiblemente prestada por alguna comunidad religiosa− y ante la admiración levantada por la misma, en el capítulo celebrado por la Hermandad de la Sangre de Cristo el 7 de mayo del mismo año se manifestó la necesidad de realizar otra igual, ≪pues de lo contrario se ridiculizaría la Hermandad ya que de no ejecutarse este pensamiento y sacarla en el próximo año, quedaría el público defraudado…≫.

Creada una comisión para ocuparse de su ejecución, poco después, en el capitulo de 21 de octubre se encargaba al escultor Palao una Dolorosa de cuerpo entero, de talla para vestir y de tamaño natural, por precio de 1.500 reales y otra más pequeña, de las mismas características, para ser rifada, consiguiendo asi la Hermandad fondos para poder sufragar los gastos que ambas tallas ocasionasen. La imagen fue bendecida el día 15 de marzo de 1856, pudiendo figurar asi en el Santo Entierro de aquel año.

Instituida en noviembre de 1937 la Hermandad de San Joaquín y de la Virgen de los Dolores como cofradía de Semana Santa, le fue encomendada por la Sangre de Cristo esta imagen como titular, posesionándola hasta 1949 cuando fue estrenada una nueva imagen obra del escultor granadino afincado en Zaragoza Manuel Jose Calero Arquellada. La antigua imagen de la Dolorosa de Palao se depositó en una urna en la Sala Capitular de la Hermandad de la Sangre de Cristo. Desde  2015 preside el antiguo retablo de la Virgen del Buen Parto , de estilo churiguresco , construido en 1873 en el lado de la epístola, en la Real capilla de Santa Isabel de Portugal. La iconografía que ofrece esta imagen de la Dolorosa es fiel al modelo que se populariza en esta centuria para la representación de la Madre de Dios, rostro de gran realismo, ojos oscuros enmarcados por finas cejas, pómulos destacados sobre un rostro ovalado y boca muy bien dibujada y nariz acorde con el más radical clasicismo.

En el mismo capítulo celebrado por la Sangre de Cristo el 21 de octubre de 1855 en el que le fue encargada a Palao la talla de la Dolorosa era presentado un proyecto del mismo escultor para una nueva cama que sirviera para el culto y el traslado procesional de la venerada imagen del Santo Cristo de la Cama, aprobándose los diseños presentados por Palao.

Escasas son las noticias documentales que tenemos de esta obra que pudo estrenarse en la Semana Santa de 1857. Toda labrada en madera, se eleva sobre un basamento en cuyos ángulos figuran los símbolos de los cuatro Evangelistas. Tiene planta rectangular con los ángulos rematados a bisel, decorándose la parte frontal con el emblema de la Hermandad de la Sangre de Cristo mientras que en cada uno de los laterales se articulan ocho hornacinas entre columnas  balaustradas que alojan figuras de cuerpo entero y mediorrelieve de un apóstol o un profeta, con una inscripción en una filacteria y su atributo correspondiente. En la parte posterior aparece el escudo de España y sobre la cabecera de la cama están colocadas las figuras de dos Angeles mancebos, vestidos con túnica, en actitud de coronar a Cristo con una corona imperial que sustituyo en 1942 a la primitiva corona real de la que colgaba una guirnalda de flores.

Algunos años más tarde, en el capítulo extraordinario celebrado el 8 de junio de 1862, y con el fin de incrementar el número de pasos procesionales que integraban el Santo Entierro, la comisión de recursos y procesión de la Sangre de Cristo propuso la realización de uno nuevo, debiéndose elegir entre La Piedad y la Entrada de Jesús en Jerusalén. Aprobada la segunda de las propuestas, en el capítulo de 16 del mismo mes, se presentaron dos presupuestos, uno de Palao, que se comprometía a hacerlo por la cantidad de 14.000 reales que la Hermandad podría abonar según sus posibilidades económicas y otro de Alegre, por 10.000 reales si le pagaban en tres plazos en el curso de un ano y de 11.000 reales si se dilataba el pago hasta finales de la cuaresma de 1863. Valoradas las dos propuestas económicas y teniendo en cuenta, sobre todo, las facilidades de pago que ofrecía Palao se acordó en el mismo capítulo el encargo a este. El nuevo paso fue estrenado en la procesión del Santo Entierro de 1863. Constaba de siete imágenes, apareciendo delante de Cristo un niño corriendo, su hijo Carlos, luego afamado escultor, que tenía seis años y represento además a su mujer, Maria Ortubia, ante la figura de Jesus y a su hijo más pequeño en brazos de otra mujer. Este paso fue incendiado el día 9 de abril de 1935 cuando, hacia las nueve y media de la noche penetraron en el antiguo garaje de pasos de la calle Monreal una o varias personas con la intención de destruir los pasos procesionales. Aunque las llamas lo alcanzaron en gran parte, no quedaron muy dañadas las imágenes de la parte posterior, las de  Jesucristo, San Pedro y San Juan, aunque si quedo parcialmente destruida la del niño. Dos años después, en 1937, desechada la idea de su restauración, la Sangre de Cristo convocaba un concurso nacional para la construcción del nuevo paso de la Entrada de Jesús en Jerusalén, siendo elegido en noviembre del mismo año el proyecto  presentado por los hermanos Albareda Piazuelo. Una última imagen procesional llevaría a cabo Palao para la Sangre de Cristo. Como hemos visto con anterioridad, desde 1862 la Hermandad tenía el propósito  de hacer un paso procesional con la advocación de La Soledad o La Piedad, proyecto frenado por la escasez de los recursos con los que se contaba para destinarlos a este fin. Sin embargo, la generosidad de doña Ana Falcón Bravo hizo posible este deseo al comunicar el 18 de octubre de 1870 a la Hermandad que había encargado al escultor Antonio Palao la talla de la imagen de La Soledad, en la que se representaba a la Madre de Dios al pie de la Cruz con su Hijo en los brazos después del Descendimiento y deseaba hacerle donación de la misma, poniendo como única condición que estuviese siempre expuesta a la veneración en uno de los altares de la iglesia de San Cayetano. Estrechamente vinculada a las imágenes de esta advocación de Salzillo, particularmente a la de Yecla que Palao copio en su juventud, se constatan algunas diferencias como la mayor serenidad del grupo de Zaragoza. La Virgen se encuentra sentada sobre un peñasco, revestida con rica túnica ceñida en la cintura y amplia capa, con capucha que también cubre su cabeza elevada, con sus ojos llorosos clavados en el cielo, implorantes. Sus manos se abren vacías, impotentes. El cuerpo muerto de Cristo, sentado en tierra, desnudo tan solo aparece cubierto por el paño de pureza, apoya su cabeza yerta sobre la rodilla derecha de la Virgen y mantiene los brazos caídos. Todo el grupo se coloca sobre un terreno abrupto, tallado, al igual que toda la imagen, en madera, sobre el que aparece la cartela con la inscripción ≪Jesus Nazareno, Rey de los Judíos≫ en hebreo, griego y latín, semitallada la corona de espinas, además de los clavos y las tenazas. Esta firmado y fechado en el lado derecho de la peana: ≪A. PALAO. Escultor. 1871≫. Fundada en 1937 la Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad, primera de las cofradías de la moderna Semana Santa de Zaragoza, se hizo cargo de esta imagen, propiedad de la Sangre de Cristo.

En los primeros años del siglo XX será el escultor Francisco Borja quien lleve a cabo algunos pasos procesionales para la Sangre de Cristo, además de modificar algunos construidos con anterioridad.

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