La procesión del Santo Entierro de Zaragoza; un Vía Crucis Esculturado
La procesión del Santo Entierro de Zaragoza;
un Vía Crucis Esculturado
Wifredo Rincón García
Doctor en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza
Instituto de Historia, CSIC. Madrid
Secularmente, la Hermandad de la Sangre de Cristo ha celebrado en Zaragoza, en la tarde del Viernes Santo, la procesión del Santo Entierro de Cristo, reproduciendo en pasos escultóricos los más importantes momentos de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor, en el intento de crear un Vía Crucis esculturado con el que acercar a los fieles estos momentos tan importantes de la vida de Jesús. La creación de nuevas cofradías a partir de 1938 y la talla de nuevos pasos vino a completar la enorme labor desarrollada por la Sangre de Cristo.
La procesión del Santo Entierro de Zaragoza
La procesión del Santo Entierro, en la tarde de cada Viernes Santo es, sin duda, el acto religioso de mayor trascendencia popular de todos los que tienen lugar a lo largo de la Semana Santa de la capital aragonesa e, históricamente, está íntimamente unida a las vicisitudes por las que ha atravesado la ciudad de Zaragoza y a dos instituciones que a lo largo de los siglos la han organizado: la Venerable Orden Tercera de san Francisco y sobre todo, la Muy Ilustre, Antiquísima y Real Hermandad de la Preciosísima Sangre de Nuestra Señor Jesucristo y Madre de Dios de Misericordia.
Aunque en esta ocasión nos vamos a ocupar de la procesión del Santo Entierro en la actualidad, y de la descripción de los pasos que la integran, nos parece oportuno, para conocer mejor esta realidad, ocuparnos brevemente de su historia, que puede reducirse a tres épocas muy diferentes.
El primer período abarca desde los inicios de esta procesión, que hoy podemos fechar en 1617, hasta los Sitios de la ciudad por la tropas napoleónicas, durante la Guerra de la Independencia, en 1808 y 1809, con la destrucción del convento de san Francisco, donde tenía su sede la Hermandad de la Sangre de Cristo.
Dejando de lado otros datos históricos nos consta, por lo que corresponde al Santo Entierro de 1666, que a las ocho de la tarde del Viernes Santo fueron abiertas las puertas del convento de san Francisco, comenzando a salir a la plaza los frailes franciscanos portando cirios y luego los pasos de la Muerte, del Descendimiento, que fue colocado en el centro de la plaza, el Nazareno y la Dolorosa, quedando estos dos últimos a los lados del Descendimiento. Finalmente, el Sepulcro o Cama llevado por sus cofrades y acompañados de los Hermanos de la Sangre de Cristo, con la imagen de Cristo yacente bajo una sábana. Tras la predicación de la Pasión, dos encapuchados, cargados de escaleras subieron hasta el plano del paso del Descendimiento y, desclavando de pies y manos de la imagen del crucificado, lo bajaron hasta depositario en el regazo de su Madre que estaba sentada sobre un peñasco. La imagen de Cristo tenía los brazos y las piernas articuladas para facilitar este descendimiento, colocándose apoyada su cabeza sobre la pierna izquierda de su Madre. Sobre la cruz se colocaba también una sábana extendida, dando comienzo la procesión.
Abría la marcha procesional el paso de la Muerte, precedido de un negro guion y detrás de él los pasos de Jesús Atado a la Columna, Jesús cargado con la Cruz, el Descendimiento y la Dolorosa, sin corona y sin galas, cuyo pecho estaba atravesado con siete espadas, cerrando la procesión el Sepulcro o Cama del Señor, llevado por sus cofrades y acompañado por los hermanos de la Sangre de Cristo.
En el último tercio del siglo XVIII y debido al interés de la Hermandad de la Sangre de Cristo, siempre con escasos recursos, y de algunas personas piadosas de Zaragoza, fueron encargados nuevos pasos procesionales en el intento de la creación de un gran Vía Crucis esculturado que acompañara en la procesión del Santo Entierro a la imagen de Cristo en la Cama y que ilustrara a los fieles sobre la Pasión de Cristo. La mayor parte de las noticias que conocemos a propósito de la ejecución de estas obras se limitan a referencias muy concretas de un autor, una fecha y un conjunto escultórico y así nos consta que en 1777 la Sangre de Cristo encargó al escultor Francisco Arbella el paso del Descendimiento, que debía sustituir al antiguo, y que estaba concluido poco tiempo después y una década más tarde, en capítulo extraordinario celebrado por la Hermandad de la Sangre de Cristo el 1 de enero de 1789 se acordó completar los pasos procesionales del Ecce Homo y de Jesús atado a la columna, que posiblemente constaban de una figura cada uno, para lo que fueron vistos los modelos presentados por los escultores Pedro León y Mariano Sanz, eligiéndose los del primero, aunque no debía de tratarse de una obra muy ambiciosa pues los nuevos pasos estaban concluidos pocos meses después, saliendo procesionalmente en la tarde del Viernes Santo del mismo año 1789.
En el mes de junio de 1790 fue encargado al escultor Manuel Guiral el paso del Prendimiento que estaba concluido en 1791, encargándosele entonces la ejecución del paso del Calvario que concluiría en 1792. En 1795 se hizo nueva la cama para la imagen de Cristo yacente y entre 1795 y 1797 fue realizado por Guiral el paso del Cenáculo.
En el año 1799 consta que la Hermandad de la Sangre de Cristo llevaba en la procesión del Santo Entierro los siguientes pasos: Muerte, Cenáculo, Oración en el Huerto, Prendimiento, Jesús atado a la columna, Ecce Homo, Jesús con la cruz a cuestas, Calvario, Descendimiento, Sepulcro y san Pedro. En 1800 fue realizado el paso de san Juan y María Magdalena que era llevado por ocho hermanos.
La destrucción de la mayor parte del convento de san Francisco durante los Sitios significó la pérdida de los pasos procesionales que la Hermandad de la Sangre de Cristo tenía depositados en la capilla de su propiedad que sufrió numerosos ataques de las tropas francesas, habiéndose transcrito numerosas veces la heroica hazaña de la mujer −identificada como María Blánquez− que rescató de entre las ruinas del convento la imagen del Santo Cristo de la Cama, tal como cuenta Casamayor: «El fuego siguió como siempre y hubo muchas voladuras, entre ellas la de casa de Asín, junto a la de Tarazona, en el Coso, y mucha parte del convento de San Francisco, atreviéndose no obstante una mujer a entrar hasta la capilla de la Sangre de Cristo y, tomando una bandera de las cuatro que figuraban las partes del mundo, avisó a unos hombres, y pudieron sacar la efigie de Nuestro Señor en la Cama que sirve para las funciones de Semana Santa, y con ella y dos hachas marcharon a palacio, la que reverenció y adoró (el General Palafox), aunque en cama, y mandó se llevase con hachas y se colocase dentro de la Santa Capilla, lo que se verificó, con la misma cama, junto al rejado frente al altar de los Santos Convertidos, en disposición que pudieran los fieles besar la mano por el rejado».
Con posterioridad, en el mes de abril de 1811, esta imagen fue trasladada a la iglesia parroquial de Santa Cruz en la que, durante dos años, tuvo su sede la Hermandad de la Sangre de Cristo. El segundo período comienza tras la salida de las tropas francesas de Zaragoza, el 9 de julio de 1813 y abarca hasta 1935. A finales de 1813 la Hermandad de la Sangre de Cristo trasladó su sede canónica a la Real Capilla de Santa Isabel de Portugal, conocida vulgarmente como iglesia de san Cayetano, donde fue depositada la imagen del Cristo yacente el día 25 de diciembre, para la que fue reformada una antigua capilla en los pies del templo.
Pocos años después se planteó la Hermandad la construcción de nuevos pasos para la procesión del Santo Entierro que sustituyeran a los que se perdieron con la destrucción del convento de san Francisco, consiguiendo para ello de la Real Casa de Misericordia, propietaria de la plaza de toros de Zaragoza, la autorización para organizar dos novilladas celebradas los días 23 de noviembre y 26 de diciembre de 1817, cuyos beneficios irían destinados a sufragar los gastos de los nuevos pasos procesionales y del sepulcro del Señor. Para llevar a cabo las imágenes titulares de los principales misterios de la Pasión de Cristo contactó la Hermandad con el escultor Tomás Llovet (1770-1848), director de Escultura de la Real Academia de san Luis, a quien le fue encargada la talla de las imágenes de Cristo para los pasos procesionales del Ecce Homo, Jesús atado a la columna y Jesús camino del Calvario que figuraron en la procesión del Santo Entierro de 1818 y en los primeros meses de 1819 se tomó en consideración en la Hermandad de la Sangre de Cristo de la necesidad de mandar hacer un paso procesional que representara la Oración de Jesús en el huerto de los olivos, además de completar, con otras figuras, los pasos del Ecce Homo y de Jesús atado a la columna, encargándose de todo ello el escultor Pedro León, aunque el asunto no se resolvió muy satisfactoriamente para ninguna de las partes. El mismo escultor completaría el paso de Jesús camino del Calvario que estaba concluido para la Semana Santa de 1824. Tres años más tarde, en 1827, el escultor Luis Muñoz realizó el paso de la Coronación de Espinas, y en 1829, junto con su hijo, Vicente Muñoz, el del Cenáculo o de la Última Cena.
Durante la década de 1840, la labor escultórica en los pasos procesionales de la Hermandad de la Sangre de Cristo va a estar a cargo, fundamentalmente, del escultor bilbilitano afincado en Zaragoza José Alegre, quien realizará tres bellísimos pasos, que se conservan en la actualidad: Calvario o Crucifixión (1841), Prendimiento (1847) y Descendimiento (1848), además de llevar a cabo varias reformas en otros pasos. En la procesión del Santo Entierro del año 1860, que revistió gran solemnidad, figuraron los pasos procesionales de la Muerte, Cenáculo, Oración en el Huerto, Prendimiento, Jesús Atado a la Columna, Coronación de Espinas, Ecce Horno, Jesús Nazareno, Llegada de Jesús al Calvario, Calvario, Descendimiento y la Cama con el cuerpo de Jesús.
Con posterioridad a esta fecha, en 1862 el escultor Antonio José Palao Marco hizo el paso de la Entrada de Jesús en Jerusalén y en 1871 el de la Soledad o Piedad, el último de los realizados en el siglo XIX.
En los primeros años del siglo XX se sintió la necesidad de reformar la procesión del Santo Entierro, convocándose para ello un concurso por parte del Sindicato de Iniciativas de Aragón, cuyas bases se hicieron públicas el día 7 de abril de 1909, manifestándose en el preámbulo de las mismas que el proyecto consistía en «transformar la procesión del Santo Entierro que la Real Hermandad de la Sangre de Cristo verifica anualmente, procurando que, como ocurre en otras capitales de importancia, revista inusitada brillantez sin perder su propio carácter ni el de localidad que el tiempo ha consagrado». Se destacaba también que debía atenderse «la verdad histórica con expresión artística de los grupos o personajes que en aquella figuran, se propongan el orden, indumentaria, alumbrado, etc., que deba tener en lo sucesivo la citada procesión de nuevos pasos, modificación de aquellos de los actuales que lo requieran y cuales deban desecharse por no responder a los fines de que se hace mérito»
Podían concursar las personas que habían nacido en Aragón o tenían residencia desde hacía diez años por lo menos, en cualquiera de las tres provincias. Los proyectos presentados debían ir acompañados de planos, figurines, esquemas y to o aquello que lo hiciera más comprensible, debiendo dar para ello la Hermandad de la Sangre de Cristo todas las facilidades a quienes quisieran investigar la situación del Santo Entierro en aquellos años. De los cinco proyectos presentados resultó ganador el presentado con el lema JESUS NAZARENUS, REX JUDAEORUM, obra del pintor Mariano Oliver Aznar (1863-1927). En la Memoria presentada por estos autores, se justifica su participación «en la convicción de haber interpretado el pensamiento que entraña la convocatoria del concurso», entendiendo que no se planteaba idear una procesión completamente nueva, sino reformar la actual, con el «objeto de representar por su orden, las escenas más culminantes de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo». Concluido el proceso del concurso para la Reforma de la Procesión del Santo Entierro, la Hermandad de la Sangre de Cristo se encontró con un proyecto ganador y otros que recibieron su correspondiente «accésit», aportando todos ellos numerosas ideas para ordenar y mejorar la procesión del Santo Entierro, tanto proyectos de nuevos pasos procesionales como vestimentas para los distintos personajes que intervenían en la procesión, ajuar procesional, etc.
Aunque escasos los medios económicos con los que podía contarse para emprender proyecto de reformar, para lo que se acordó el 28 de marzo de 1910 que «se dirigiera una circular y se repartiera profusamente entre el pueblo invitándole a que diera limosnas o a que se subscribiera para entregar cantidades periódicas para aquel objeto y hacer además visitas particulares a las personas más pudientes, Autoridades y Corporaciones ». Al finalizar el año 1910 la cantidad recaudada fue invertida en la realización del paso de la Muerte y Redención, del escultor Francisco de Borja, estrenado en 1911 y, posteriormente, el mismo artista realizaría el nuevo paso de la Oración en el huerto que figuró en la procesión del Santo Entierro de 1913, primera de las procesiones del Santo Entierro que intentó ajustarse al plan de Oliver y Nasarre.
Durante la Segunda República, y en los años 1932, 1933 y 1934, en Capítulo general, la Hermandad de la Sangre de Cristo tomó el acuerdo de no celebrar la procesión del Santo Entierro. Por lo que se refiere a 1935, el 3 de abril los periódicos locales recogían la noticia de la restauración de todos los pasos procesionales para la procesión del Santo Entierro que debería celebrarse el Viernes Santo, 19 del mismo mes.
En la noche del 9 al 10 de abril una o varias personas entraron en el almacén de pasos de la calle Monreal e intentaron quemar todos los pasos procesionales que se encontraban en el garaje, ya que algunos de ellos habían sido trasladados para prepararlos para la procesión, resultando muy dañado el de la Entrada de Jesús en Jerusalén. Antes de la celebración de la procesión de aquel año 1935, y debido a la inseguridad reinante, se pusieron en huelga los terceroles que llevaban a hombros los pasos procesionales, siendo sustituidos por miembros de asociaciones religiosas y jóvenes, unas cuatrocientas personas, que se brindaron generosamente para portarlos en la procesión, durante la que fue hecha explosionar una bomba de gran potencia, que sembró la alarma en los fieles que la integraban, pero no pudo en ningún momento interrumpir el desfile procesional que concluía, ya entrada la noche, en la iglesia de santa Isabel.
La pandemia del Covid-19 ha impedido en los años 2020 y 2021 el desarrollo de la Procesión del Santo Entierro
Los pasos del Santo Entierro en la actualidad
Después de ocuparnos brevemente de la historia de la secular procesión del Santo Entierro de Zaragoza, organizada por la Hermandad de la Sangre de Cristo, prestaremos nuestra atención a los pasos procesionales que en la actualidad figuran en ella, haciendo referencia, en todo caso, a las cofradías de las que son titulares y manifestando su autor y fecha de ejecución, describiendo su contenido iconográfico y su valor artístico.
Real Hermandad de Cristo Resucitado y Santa María de la Esperanza y del Consuelo.
Fundada en 1976, da inicio esta Hermandad a la procesión del Santo Entierro, figurando en ella, solamente, su segunda titular, Santa María de la Esperanza y del Consuelo, imagen mayor que el natural tallada por el escultor zaragozano Jorge Albareda en 1981. No se trata, como en otras ocasiones, de una imagen de vestir, sino que es una talla directa, en madera de abedul de Finlandia, que representa a la Virgen como una mujer próxima, cercana, como una mujer trabajadora de más de cuarenta años de edad, provista de una serena belleza. Viste túnica ceñida con faja a la cintura y lleva manto que echa sobre sus hombros y cae en su espalda. La madera base de la escultura fue tintada para dar mayor realismo a las vestimentas de talla que cubren el cuerpo de María, con túnica y manto de color verde, color que simboliza la esperanza. Su cabeza, ligeramente inclinada hacia abajo, se cubre ligeramente con un velo. En actitud de andar, con un pie adelantado, lleva sus brazos extendidos hacia delante, yendo al encuentro con su hijo resucitado, tal como sucede cada Domingo de Resurrección en la plaza de Nuestra Señora del Pilar en la ceremonia del Encuentro con la imagen de su hijo, obra también de Jorge Albareda, tallada en 1977 en madera de abedul de Finlandia que, por razones obvias, no figura en el Santo Entierro.
Cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén.
Cuando en 1938 fue fundada la Cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén, no contaba la Hermandad de la Sangre de Cristo con ningún paso procesional que representara este momento triunfal de Jesús entrando solemnemente en Jerusalén en el Domingo de Ramos, al comiendo de su Pasión. El paso que había sido realizado por el escultor murciano, residente en Zaragoza, Antonio Palao Marco y estrenado durante la Semana Santa de 1863, había quedado parcialmente destruido en la noche del 9 al 10 de abril de 1935 cuando una o varias personas penetraron en el almacén de la Hermandad de la Sangre de Cristo, en la calle del Asalto, con la intención de quemar los pasos procesionales que allí se encontraban preparados para ser trasladados a la iglesia de san Cayetano con motivo de la cercana Semana Santa. Desechada la idea de la restauración del paso quemado, pues algunas de sus imágenes no habían quedado en mal estado, y para sustituir el paso destruido por uno nuevo, convocó la Hermandad de la Sangre de Cristo en 1937 un concurso nacional al que se presentaron dos proyectos, resultando elegido en noviembre del mismo año el de los Hermanos Joaquín y José Albareda Piazuelo, de Zaragoza. Fue estrenado el Domingo de Ramos, 17 de marzo de 1940. Consta el paso de nueve figuras de tamaño natural, sobrias y muy elegantes, esculpidas en roble de Flandes, centrando la composición la figura de Jesús montado sobre burra en el momento de la entrada en la ciudad santa de Jerusalén. Viste túnica y manto y levanta su mano derecha en actitud de bendecir. Su sereno rostro se enmarca por la barba y la larga melena de pelo moreno, casi negro. Rodean a Cristo otros personajes, entre los que podemos distinguir dos grupos. En primer lugar, el de los Apóstoles, que acompañan a Jesús caminando detrás de Él en el momento triunfal de la entrada en la ciudad de Jerusalén, que se concretan en tres, fácilmente de identificar dos de ellos, san Pedro, a la derecha de Cristo y san Juan, detrás de él, cerrando la composición, correspondiendo la tercera de las imágenes, en el lado izquierdo de Cristo, tal vez a san Andrés, hermano de san Pedro, o a Santiago el Mayor. El otro grupo lo forman los personajes que reciben a Jesús en Jerusalén, tal como narra en su Evangelio san Juan, testigo del triunfal momento. Hombres, mujeres y niños. De pie, en el lado derecho, una mujer que levanta con sus brazos extendidos a un niño que presenta a Jesús y en el izquierdo un hombre vestido al modo hebreo, con un bastón en su mano derecha y en actitud de caminar acompañando a Cristo. Delante de Jesús, dos figuras femeninas de rodillas. Una de ellas extiende su manto en el suelo ante su paso y la otra está en actitud de exaltación elevando sus brazos. La figura del niño que corre delante de Cristo, mirándole, fue la última incorporada al conjunto, pues todavía no estaba concluida el día 17 de marzo de 1940 cuando fue bendecido el paso procesional. La mayor parte de las figuras que rodean a Jesús portan en las procesiones palmones, cuyo movimiento, al andar el paso, acerca aún más al espectador la verosimilitud del momento representado escultóricamente.
Cofradía de la Institución de la Sagrada Eucaristía.
Desde su fundación en 1946, y durante varias décadas, la Cofradía de la Institución de la Sagrada Eucaristía procesionó el paso de El Cenáculo, conocido vulgarmente como La Cena, propiedad de la Hermandad de la Sangre de Cristo para la que lo realizaron entre 1829 y 1830 los escultores Luis y Vicente Muñoz. Posiblemente se trataba, desde el punto de vista artístico, de uno de los pasos más flojos de la Semana Santa zaragozana que, en su conjunto, fue desechado en el proyecto de reforma de la procesión del Santo Entierro, de 1910, debido a Oliver y Nasarre y que fue objeto de una profunda restauración por parte de la nueva cofradía, haciendo nueva la imagen de Jesús, de pie, por encargo de los escultores Navarro, el escultor zaragozano Antonio Bueno.
Cuatro décadas después, en 1986, el paso titular fue sustituido por un nuevo conjunto encargado por la cofradía al escultor sevillano Elías García Rodríguez con las imágenes de los doce Apóstoles, sentados alrededor de una mesa, presidida por Jesús, de pie, en actitud de consagrar el vino. Se trata de imágenes de vestir, con cuerpo de candelero y cabeza, manos y pies tallados en madera de cedro policromada. Todas las imágenes visten túnica de distintos y vistosos colores. La imagen de Cristo original fue sustituida en el año 2000 por otra debida al también sevillano Miguel Ángel Domínguez, igualmente de vestir, con el cuerpo esculpido y los brazos articulados.
Desde el año 1991 esta cofradía completó sus desfiles procesionales con un segundo paso bajo la advocación del Cristo del Amor Fraterno, una imagen de Jesús, sedente, en actitud de bendecir el pan representando el momento de la institución de la Sagrada Eucaristía. Se trata de una obra del escultor murciano Antonio Labaña, quien en 2001 se ocupó también de su restauración. Los dos pasos son propiedad de la cofradía.
Cofradía de Nuestro Señor en la Oración del Huerto.
El paso titular de esta Cofradía de Nuestro Señor en la Oración del Huerto le fue confiado a su fundación en 1942 por la Hermandad de la Sangre de Cristo, siendo entonces restaurado. Recoge el momento de la Oración de Jesús en el Huerto de los Olivos, de rodillas, con las manos entrecruzadas, mirando al cielo, con un expresivo rostro lleno de dolor, cuando es confortado por el ángel que le ofrece el cáliz de la amargura. Cerca de la figura de Jesús están las de los tres apóstoles que le habían acompañado, Pedro, Juan y Santiago, durmiendo plácidamente. El olivo es natural, encajándose ramas de olivo en el tronco, que ya está colocado en el paso. Obra del escultor valenciano Francisco Borja, con la intervención de su discípulo Félix Burriel, fue estrenado en la Semana Santa de 1913, siendo restaurado por Francho Almau y Leticia Sanz, de Sacroa, con motivo de su centenario.
En el año 2004 fue estrenado el segundo de los pasos que porta procesionalmente la cofradía, la peana de Nuestro Padre Jesús de la Oración, con la imagen realizada por encargo de la cofradía por el escultor Manuel Martín Nieto, de Morón de la Frontera quien la talló en madera de cedro real, figura anatomizada, con la cabellera y barba tallada, dispuesta para ser cubierta con ropas. Obra de concepción barroca, figura la imagen de Cristo arrodillado, en actitud de orar, con los ojos ligeramente elevados al cielo y mostrando un rostro sereno y confiado.
Por último, en 2009 la cofradía incorporó a su patrimonio procesional el nuevo paso de María Santísima de la Confortación, obra del escultor sevillano Manuel Ángel Fernández Escobar, donada por un feligrés de la parroquia de Nuestra Señora del Portillo. Se trata de una imagen de candelero, de gran belleza y expresivo rostro.
Real Cofradía del Prendimiento del Señor y el Dolor de la Madre de Dios.
El paso titular de la Cofradía del Prendimiento del Señor, confiado por la Hermandad de la Sangre de Cristo a la cofradía con motivo de su fundación en 1947, fue tallado un siglo antes, en 1847, por el escultor bilbilitano José Alegre y recuerda, en su composición, al que esculpiera Francisco Salzillo en 1765 para la procesión de Murcia. Se compone de ocho figuras de tamaño natural, talladas en madera, policromadas y estofadas, y reproduce el momento del Prendimiento del Señor en el huerto de los olivos, del beso de Judas a Cristo, vestido con amplia túnica y manto a la manera hebrea, y del temor de Malco quien yace en el suelo en una actitud muy forzada después de haberle cortado la oreja san Pedro, que escucha las palabras de recriminación de Cristo y baja el brazo con el que sostiene la espada. Una serie de soldados, en diversas actitudes, rodean a las figuras principales.
Desde la fundación de la cofradía se tuvo la idea de hacer un segundo paso que representara el Dolor de la Madre de Dios, la tristeza de la Virgen por el prendimiento de Jesús, lo que fue una realidad en el año 1952 cuando comenzó a procesionarse una bella imagen de Dolorosa que se encontraba en el retablo del Santo Cristo de la iglesia de santo Tomás de Aquino, del colegio de las Escuelas Pías. Sin haberse podido documentar, se considera obra del escultor zaragozano Carlos Palao Ortubia, y puede fecharse en los primeros años del siglo XX. De tipo maniquí, se cubre con rica túnica y manto, todo ello bordado, y sobre el pecho lleva un corazón de plata traspasado por siete espadas y en su mano una corona de espinas. Luce también una corona riquísima de plata y pedrería.
En 2013 figuró por primera vez en la Semana Santa zaragozana el tercero de los pasos de esta cofradía, la imagen de Nuestro Padre Jesús cautivo, que narra el momento en el que Jesús, prendido, y abandonado por todos, comienza a caminar hacia Jerusalén. Es obra del escultor sevillano Mario Zambrano Pareja y se trata de una talla de tamaño natural, realizada en madera de cedro real, que se cubre con una sencilla túnica. La cintura y las manos van atadas con soga por delante. Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Señor Jesús de la Humildad entregado por el Sanedrín y de María Santísima del Dulce Nombre Fundada esta hermandad en 1981 y refundada en 1993, un año más tarde estrenó el paso procesional titular con la expresiva imagen de Nuestro Señor Jesús de la Humildad, obra del escultor sevillano Francisco Berlanga de Ávila, talla anatómica completa, realizada en pino de Flandes y policromada, que se cubre con túnica blanca de terciopelo y lleva un cordón dorado, que le rodea el cuello y le baja por el pecho atándole las manos, y un ceñidor de cinco vueltas de cordón dorado. En el año 2003 se completó el paso con las imágenes de Caifás y de un soldado romano, obras del mismo escultor Francisco Berlanga de Ávila. El paso de la segunda titular de la cofradía, María Santísima del Dulce Nombre, incorpora una imagen de esta advocación, obra del mismo escultor Francisco Berlanga de Ávila, realizada en 1994. Se trata de una imagen de candelero, con cabeza y manos talladas en madera de cedro, que va vestida habitualmente en la salida procesional con saya de brocado blanco y oro y manto de terciopelo azul cobalto.
Cofradía de Jesús de la Soledad ante las negaciones de San Pedro, y de San Lamberto.
Los orígenes se remontan hacia 1922 con la Cofradía de San Lamberto y de Nuestra Señora del Pilar. En el año 2017 se elaboran unos nuevos Estatutos que son aprobados por el Arzobispado, cambiándose el nombre por Cofradía de Jesús de la Soledad ante las negaciones de San Pedro, y de San Lamberto y se incorpora a la Semana Santa de Zaragoza y a la procesión del Santo Entierro. Su paso titular presenta la imagen de Jesús de la Soledad es una talla completamente anatomizada, sin articular y con sudario tallado ceñido al cuerpo, realizada en madera de cedro de calidad, de 1,82 metros de y con policromía al óleo, siguiendo los cánones estéticos del neobarroco sevillano. Realizada en el año 2017 por el artista onubense, afincado en Sevilla, D. David Valenciano Larios. En 2019 se incorporan dos nuevas imágenes las de San Pedro y el Gallo. Está previsto incrementar el número de imágenes.
El segundo paso procesional es el paso del Santísimo Cristo de la Acogida, la imagen representa a un Cristo muerto, de tres clavos, con el paño de castidad anudado al lado izquierdo. La expresión es muy serena y dulce. La cruz es de madera lisa, con el “Titulus Crucis” en pergamino en la parte superior. Data del siglo XIX.
Real, Pontificia, Antiquísima, Ilustre, Franciscana y Penitencial Hermandad y Cofradía del Señor Atado a la Columna y de Nuestra Señora de la Fraternidad en el Mayor.
Aunque los orígenes de esta cofradía se encuentran en 1804, su incorporación a la Semana Santa zaragozana, como filial de la Hermandad de la Sangre de Cristo tuvo lugar en 1940, dando inicio a sus desfiles procesionales en la Semana Santa de 1941. En aquel momento, y como paso titular, le fue confiado por la Sangre de Cristo el paso de Los Azotes o La Flagelación, conjunto de cuatro imágenes que narraban el momento de la flagelación de Cristo atado a la columna por dos sayones en presencia de un romano.
La imagen del Señor atado a la columna era obra del escultor Tomás Llovet, quien la realizó en 1818 y las de los flageladores y la del soldado romano se debían a Francisco Borja, quien las realizó en 1917 con motivo de una restauración del paso que participó en las procesiones de la cofradía hasta 1969. En 1949 estrenó la cofradía una bellísima e impresionante imagen de Jesús atado a la columna, obra realizada por el escultor zaragozano José Bueno Jimeno. Sus dimensiones son extraordinarias y se trata de la de mayor monumentalidad de todas las figuras de los pasos procesionales zaragozanos. Es la imagen de un hombre joven, atado a una columna de mediano tamaño y en actitud de caerse hacia adelante, en un forzado ademán de gran expresividad, recordando obras de Miguel Ángel en las que predomina su típica «terribilidad».
El nuevo paso de La Flagelación se incorporó a la procesión en 1998 y es obra del escultor murciano Antonio Hernández Navarro. Aparece en primer plano la figura de Jesús con las manos atadas a una columna baja, mientras que es azotado por un sayón, desnudo de cintura para arriba. Otras dos figuras completan la escena. Desde hace algunos años participa en la procesión una imagen de Jesús atado a la columna, propiedad de las religiosas del convento de santa Inés donde tuvo lugar la histórica fundación de la cofradía en 1804. Se trata de una bellísima imagen, tallada en madera y policromada, que puede fecharse en los años finales del siglo XVI o en los primeros del siguiente.
Por último, y para completar los pasos procesionales de esta cofradía, nos ocuparemos del de Nuestra Señora de la Fraternidad en el Mayor Dolor, con una expresiva imagen de la Virgen, de vestir, realizada en 1991 por el escultor sevillano Pedro García Borrego, afincado en Gijón.
Cofradía de la Coronación de Espinas.
En las procesiones de esta Cofradía de la Coronación de Espinas, fundada en 1951, figura en primer lugar una magnífica imagen de medio cuerpo del Ecce Homo, obra de finales del siglo XVIII del platero zaragozano Pedro Fuertes, siguiendo el modelo del escultor Manuel Guiral. El paso titular, entregado por la Hermandad de la Sangre de Cristo a la cofradía con motivo de su fundación, fue realizado en 1903 por el escultor valenciano Francisco Borja, contando al parecer con la colaboración de algunos de sus discípulos. En el programa publicado por la cofradía en 1975, con motivo de sus Bodas de Plata, se atribuyen las esculturas del paso a los siguientes escultores: la de Cristo, a Francisco de Borja; la del soldado romano que lo corona, a un oficial valenciano apodado «el Chono»; el judío o sayón a José Bueno y el otro soldado, a Enrique Anel. En la segunda década del siglo XX se colocó la figura del centurión, obra del escultor zaragozano Félix Burriel. Desde el punto de vista artístico es un conjunto en el que destacan primorosamente talladas las imágenes de Cristo y del centurión, aunque todas ellas están trabajadas dentro de la línea expresionista, muy de acuerdo con la intención de los escultores en la realización de estas obras con destino a pasos procesionales.
Cofradía del Santísimo Ecce Homo y de Nuestra Señora de las Angustias.
Desde la fundación de la cofradía en 1948 y hasta 1967, fue procesionado como paso titular uno que era propiedad de la Hermandad de la Sangre de Cristo, en el que destacaba la bellísima imagen de Cristo, realizada en 1818 por el escultor Tomás Llovet, acompañada por las de Pilato y un soldado romano, obras de Francisco Borja en 1903.
El actual titular de la cofradía es una magnífica imagen del Ecce Homo, de finales del siglo XV, sin lugar a dudas la de mayor interés artístico de toda la Semana Santa de Zaragoza. Venerada secularmente en la iglesia parroquial de san Felipe y Santiago el Menor, donde fue descubierta en 1685, cuando se limpiaba el retablo mayor de la iglesia, salió procesionalmente por primera vez en 1967.Se trata de una talla anónima de madera de roble, de poco más de un metro y medio de altura, datada entre 1485 y 1490 por Carmen Lacarra, quien la considera obra del norte de Europa, muy probablemente holandesa. Abbad Ríos la describe así: «la imagen está sentada sobre un poyo que figura ser de piedra; el cuerpo, ligeramente desviado hacia la derecha; la cabeza, con una inclinación mayor; las piernas, retrasada la izquierda en relación con la derecha. La expresión del rostro refleja la intensidad del sufrimiento espiritual y físico padecido en esos momentos; el cabello cae abundante sobre los hombros y se parte en rizos muy menudos; la barba y el bigote, poblados; la boca, entreabierta, deja ver saliva en sus comisuras. La corona de espinas está hecha con ramas punzantes talladas en la misma madera de la cabeza. El cuello ayuda a expresar y aumentar esta sensación de angustia y de dolor por medio de los salientes tendones, que el artista ha sabido colocar en estado de violencia. Todo el resto de la figura está modelado con intención de aumentar la impresión de dolor de la cabeza y dar un hondo sentido trágico, por eso el tronco aparece abultado por los tormentos, hundido el esternón, y las costillas se transparentan a través de la piel. Los brazos son membrudos y sarmentosos, como las manos, que, atadas por una gruesa soga, sostienen la caña. Los paños que caen sobre la rodilla derecha, hasta el suelo, son rígidos, angulosos y acartonados y se parten en pliegues muy convencionales y menudos». Fue restaurada en 1992.
Cofradía de Jesús de la Humillación, María Santísima de la Amargura y san Felipe y Santiago el Menor.
Fundada la cofradía en 1992, no será hasta el año 2002 cuando se adquiera a la Hermandad del Santo Cristo Redentor y Nuestra Señora de la Soledad de Badalona, una imagen de Jesús para titular, anónima de finales del siglo XIX, de vestir, con peluca de pelo natural, que fue restaurada por el malagueño José Dueñas Rosales. De notable serenidad, lleva las manos atadas. La imagen para el paso cotitular, de María Santísima de la Amargura, fue adquirida por la cofradía en 1999 y se trata también de una obra anónima, de finales del siglo XIX, de vestir, que fue restaurada por el taller «Restauro Aragón». Con los ojos mirando al cielo, entrelaza sus manos como señal de dolor y de impotencia.
Muy Ilustre y Antiquísima Cofradía de la Esclavitud de Jesús Nazareno y Conversión de Santa María Magdalena.
Fundada esta esclavitud en 1759, al ser cerrado durante el Trienio Liberal el convento de Trinitarios Descalzos donde tenía su sede, se trasladó a la Real Capilla de santa Isabel (san Cayetano), en la que estuvo hasta el año 1943, pasando entonces a la iglesia de san Miguel de los Navarros, donde permanece en la actualidad. Su imagen titular, de Jesús Nazareno, es una de las más antiguas de las que figuran en la Semana Santa zaragozana. Se trata de una obra anónima que puede fecharse en los años finales del siglo XVI. De talla natural, se trata de una imagen de maniquí, con cabeza, manos y pies tallados, vestida con túnicas de terciopelo morado y peluca de pelo natural. En su cara se ponen de manifiesto los rasgos del dolor y del sufrimiento humano, después de los terribles suplicios a los que había sido entregado.
El segundo paso procesional de la Conversión de santa María Magdalena, es obra del escultor murciano Francisco Liza Alarcón, y fue estrenado con motivo de la Semana Santa de 1991. Con recuerdos salzillescos, representa el diálogo entre Jesús y María Magdalena en Betania, cuando ungió los pies del Señor con perfume, momento en el que se convierte y se arrepiente de su vida anterior.
Cofradía de Jesús camino del Calvario.
En 1938, cuando se fundó la cofradía, la Hermandad de la Sangre de Cristo le confió la custodia del paso de Jesús Camino del Calvario o de La Verónica que constaba de cinco figuras, todas ellas talladas en madera policromada: Jesús con la cruz a cuestas, obra de Tomás Llovet en 1818 y la Verónica, el Cirineo, un soldado y un hebreo, todas ellas de Pedro León realizadas en 1823. En 1958 fueron eliminadas las figuras que rodeaban la imagen de Jesús, quedando solamente esta, con pelo natural y vestida con túnica de terciopelo. Hasta 1974 estuvo depositada en la capilla de la Sangre de Cristo de la iglesia de santa Isabel y desde este año, recibe culto público en la basílica-parroquia de Santa Engracia.
El segundo paso procesional representa La caída del Señor y fue regalado en 1941 por doña Romana Mercier Landaida, familiar de los hermanos fundadores Arruebo Mercier. Se trata de una obra de los talleres Castellanas de Olot, inspirado en el lienzo de Rafael, conocido como El pasmo de Sicilia, y constaba originalmente de ocho figuras, siendo reformado por los Hermanos Albareda en 1966, eliminando las figuras de dos soldados romanos.
Por último, nos ocuparemos de un tercer paso, el más reciente, concluido para la Semana Santa de 2013, que representa a Jesús en su primera caída, obra del escultor sevillano Manuel Reina Infante, con Jesús arrodillado, mirando de frente y soportando el peso de la cruz, apoyando en el suelo la mano izquierda, con impresionante tensión.
Cofradía de Cristo abrazado a la Cruz y de la Verónica.
Fundada esta cofradía en 1992, en este mismo año encargó al escultor Daniel Clavero, granadino afincado en Zaragoza, la realización de su paso titular, con dos imágenes de candelero, para vestir, representando a Jesús, abrazado a la cruz, y la Verónica, que fueron modificadas en 2001 por Ramón Marzal, afectando tanto a la estructura del candelero como a la policromía. Representa el momento en el que, camino del Calvario, tras la primera de las caídas, Jesús se pone de pie y abraza la cruz. Junto a Él la imagen de la Verónica, quien le ha reconfortado en el dramático trance y que presenta el lienzo donde ha quedado plasmado el rostro de Jesús. Ambas imágenes van ricamente vestidas.
Cofradía de Nuestra Señora de la Asunción y Llegada de Jesús al Calvario.
El paso titular de la Cofradía de Nuestra Señora de la Asunción y Llegada de Jesús al Calvario, fundada en 1953, que representa el momento de la llegada al Calvario, cuando comenzó el despojo de las vestiduras de Jesús, entre dos soldados, mientras que otro le ofrece un vaso que contiene hiel y vinagre, fue también conocido como el paso de La Copa o de Hiel y Vinagre. Obra del escultor alcañizano Tomás Llovet, le fue encargado por la Hermandad de la Sangre de Cristo en 1828, figurando en la procesión del Santo Entierro de 1829. En el año 1860 constaba de seis imágenes y, con posterioridad, en 1910, solo contaba con cuatro, desconociéndose el momento en el que fueron suprimidas las dos restantes que lo completaría. En el año 1946 fue restaurado muy acertadamente por los Hermanos Albareda.
Hermandad de Cristo despojado de sus vestiduras y Compasión de Nuestra Señora.
Fundada esta cofradía en 2007, su imagen titular de Cristo despojado de sus vestiduras es una talla de cuerpo entero, realizada en madera de cedro y policromada por los imagineros del Arte Sacro de Madrid, de talla natural, vestida con túnica de terciopelo que, de acuerdo con su advocación, queda en la cintura, presentando el torso desnudo. Esta imagen está expuesta al culto público en la iglesia de San Juan de los Panetes, templo en el que radica la sede canónica de la hermandad.
Cofradía de la Exaltación de la Santa Cruz. Fundada en 1987, tras procesionar los primeros años con imágenes de Cristo que no eran de su propiedad, particularmente una las religiosas agustinas de santa Mónica, fue encargado el paso titular al escultor zamorano Ricardo Flecha Barrio, siendo estrenado en la Semana Santa de 1993. Tallado en madera de tilo policromada, consta de la imagen de Cristo crucificado en el momento de ser alzada la cruz que se ladea hacia el lado derecho, e interviniendo en este acto tres figuras, que se identifican con las edades del hombre. Uno tira con soga desde el frente, otro empuja con el hombro bajo el madero y un tercero que hurga con una barra en el agujero para que entre la Cruz. Se trata de imágenes de marcado carácter expresionista, propias de la imaginería castellana.
Cofradía de las Siete Palabras y de san Juan Evangelista.
Cuando fue fundada en 1940 la Cofradía de las Siete Palabras y de San Juan Evangelista comenzó a procesionar, como paso titular, el conocido como El Calvario o La Crucifixión, propiedad de la Hermandad de la Sangre de Cristo, obra de José Alegre, tallado en 1841, del que nos ocuparemos al tratar de la cofradía de la Crucifixión, de la que es titular desde su fundación en 1952.
En 1948 estrenó las Siete Palabras un nuevo paso correspondiente a la Tercera Palabra, Mujer, he ahí a tu hijo. Hijo, he ahí a tu Madre, obra del escultor zaragozano Félix Burriel, aunque en aquella ocasión solamente procesionó con la imagen de Cristo, tallada sobre madera de ciprés de un viejo molino de aceite, sobre una cruz realizada con madera de pino de Castilla. Con posterioridad, en 1950, se completó el paso con otras dos imágenes de la Virgen y de san Juan, labradas en pino Flandes y talladas las manos y cabeza en madera de ciprés. Las dos imágenes restantes, de María Magdalena y María Cleofás, contempladas en el proyecto original del escultor, no se llegaron a realizar, aunque Félix Burriel modeló los bocetos en escayola de estas figuras. Las imágenes de este paso procesional reciben culto a lo largo de todo el año en una de las capillas de la iglesia de santa Isabel. En el deseo de completar plásticamente las Siete Palabras, que fue uno de los objetivos fundacionales de la cofradía.
En 1989 se estrenó el paso correspondiente a la Quinta Palabra, Tengo Sed, obra del escultor murciano Francisco Liza, en el que figura la imagen de Cristo crucificado y, a sus pies, un sayón que ofrece a Jesús vinagre y hiel, un soldado romano y María Magdalena abrazada a la Cruz. En la mañana del Viernes Santo de 2014 fue estrenado un nuevo paso procesional, en este caso el que representa la Séptima Palabra, Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu, obra del escultor sevillano, Juan Manuel Miñarro López. De tamaño natural y de tres clavos, con paño de pureza cordiforme, la imagen está realizada en madera de cedro y estilísticamente enlaza con la tradición de la escuela sevillana, de la que su autor es un magnífico representante. En la cabeza, cuyo rostro es de un profundo realismo, con los ojos elevados al cielo y boca entreabierta que permite ver los dientes de marfil, se encaja una corona removible de espino trenzado. La conseguida policromía, de acuerdo con la tradición sevillana, viene a potenciar el naturalismo de la imagen de Cristo colocada sobre una cruz arbórea.
Con anterioridad a la imagen de Miñarro, fue adquirida en 2001 en los Talleres Dorrego Escultura Tallada, S.L. de Arganda del Rey, Madrid, una imagen de Cristo crucificado, todavía vivo, en el momento de pronunciar la Séptima Palabra. Está tallada sobre abedul americano, de color rojo intenso y clavada sobre una cruz arbórea. Es portada procesionalmente sobre una peana, y a lo largo del año recibe culto en la iglesia de san Gil Abad de Zaragoza.
Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Agonía y de Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos o del Silencio.
En 1944 se fundó en la parroquia de san Pablo la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Agonía y de Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos o del Silencio que, desde el primer momento comenzó a procesionar una magnífica imagen del Santo Cristo de la Agonía, de gran veneración en la parroquia. Se trata de una bellísima imagen de Cristo en la cruz, tallada en madera, que data de 1588, atribuyéndose su autoría al escultor Jerónimo Nogueras y la policromía al pintor Rolam de Mois. De esbeltas proporciones, destacan en ella el rostro, con las huellas del dolor y la asfixia de los últimos momentos de su vida, con la boca entreabierta y los ojos casi cerrados elevados hacia el cielo en el momento supremo de su entrega al Padre.
En 1953, y con el fin de acompañar a la imagen del Santo Cristo de la Agonía, y como cotitular, se encargó al escultor Jacinto Higueras Cátedra la realización de una imagen de la Virgen en su advocación de Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios dolorosos, con la idea de que fuese una imagen distinta a las otras Dolorosas que ya figuraban en las procesiones de la Semana Santa zaragozana. Por sus vestiduras blancas muy pronto se le comenzó a conocer como la Virgen Blanca. Se trata de una bellísima imagen de la Virgen, en el momento supremo de la muerte de su hijo, al pie de la cruz, con una expresión verdaderamente impresionante, que, sin llegar a lo trágico, testimonia el dolor de la Madre de Dios, dentro de una inigualable belleza. Mide 1,80 metros de altura y fue policromada por la pintora madrileña Marisa Roesset. Tiene los brazos articulados, para moverlos con comodidad cuando se viste. Ambas imágenes reciben culto en la capilla que la cofradía posee en el trascoro de la iglesia parroquial de san Pablo.
Cofradía de la Crucifixión del Señor y de la venerable Orden Tercera de San Francisco de Asís.
El paso procesional titular de esta cofradía, denominado El Calvario, La Crucifixión o Longinos, fue tallado para la Hermandad de la Sangre de Cristo en 1841 por el escultor bilbilitano José Alegre, y desde 1940 hasta la Semana Santa de 1951 fue procesionado por la Cofradía de las Siete Palabras y de San Juan Evangelista, pasando en 1952 a la nueva Cofradía de Crucifixión del Señor y de la venerable Orden Tercera de San Francisco de Asís. Se trata de un magnífico conjunto, para cuya composición, el escultor Alegre pudo inspirarse en una pintura de Pedro Pablo Rubens, del mismo asunto, que se conserva en el Museo Real de Amberes. De notable aspecto, se representa el monte Calvario, sobre el que se disponen tres grandes cruces. En la del centro está la imagen de Jesucristo, de tamaño natural, como el resto de las figuras, y en ambos lados, otras dos cruces con los dos ladrones. Bajo la cruz de Cristo, de pie, se encuentran las imágenes de la Virgen María y de san Juan, una a cada lado, y frente a ellos, cerrando el conjunto por delante, la figura de Longinos, sobre un caballo blanco, en el momento de dar la lanzada a Cristo. Las figuras fueron totalmente restauradas en el año 2005 por la «Escuela Práctica de Restauro».
Peana del Abrazo de San Francisco. Estrenado en la Semana Santa de 2016. Se trata de una imagen que representa el abrazo de San Francisco que fue donada a la cofradia. Es una obra de autor anónimo y data de finales del siglo XVIII.
El segundo paso procesional se incorpora en 2016, Nuestra Señora de los Angeles en su Tristeza. Se trata de una talla de candelero de 1,70 m. de altura, esculpida por el imaginero hispalense Ángel Luis González Tejera. La virgen no luce ropajes ni alhajas ostentosas, transmitiendo la tristeza por la muerte de su hijo.
Cofradía del Descendimiento de la Cruz y Lágrimas de Nuestra Señora.
Con motivo de la fundación en 1940 de la Cofradía del Descendimiento de la Cruz y Lágrimas de Nuestra Señora, le fue confiado por la Hermandad de la Sangre de Cristo un paso de su propiedad que representaba el Descendimiento de la Cruz. Este paso fue esculpido en el año 1847 por el escultor bilbilitano José Alegre, estableciéndose una notable relación iconográfica con el lienzo del mismo tema, obra de Pedro Pablo Rubens, que se conserva en la catedral de Amberes. Se compone el paso de siete figuras, todas ellas de tamaño casi natural, dispuestas para componer una de las escenas más importantes de la iconografía de la Pasión de Cristo, que narra el momento en que es bajado de la cruz el cuerpo muerto de Jesucristo, ante la mirada de la Virgen Santísima, en su advocación de la Virgen de las Lágrimas. Sobre la cruz, y en sendas escaleras, están colocadas las imágenes de José de Arimatea y un joven (tal vez Longinos) que descuelgan, sirviéndose de un lienzo blanco, el cuerpo de Cristo, que es recogido por Nicodemos, San Juan y Santa María Magdalena. Se trata de un paso de gran monumentalidad, posiblemente uno de los más grandes de los procesionales de la Semana Santa zaragozana y uno de los más bellos en cuanto al trabajo escultórico. En 1944 fue restaurado en su totalidad, siendo nuevamente estofadas las vestiduras de las imágenes, y en 1996, cuando se recuperó la policromía original.
Una década después de fundarse la cofradía recibió de don Arturo Guillén Urzáiz la donación de una cara de una Virgen Dolorosa, atribuida por unos a la escuela de Salzillo y por otros a la escuela malagueña del siglo XVIII, que los Hermanos Albareda adaptaron a un maniquí creado por ellos, con pies y manos, integrándose la imagen en las procesiones de la cofradía con la advocación de Nuestra Señora de las Lágrimas pues, tratándose de una cofradía fundada por una Congregación Mariana, no podía faltar la imagen de una Virgen. La imagen procesiona ricamente vestida, bajo palio, siendo esta la primera advocación mariana de la Semana Santa de Zaragoza que procesionó de este modo.
Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad y del Santo Sepulcro.
La Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad y del Santo Sepulcro, constituida el 1 de marzo de 1937, fue la primera de las cofradías penitenciales creadas en Zaragoza como filiales de la Hermandad de la Sangre de Cristo tras los desórdenes ocurridos en la Semana Santa de 1935 y la huelga de los terceroles o portadores de pasos, tomando como paso titular la magnífica imagen de la Virgen de la Piedad, propiedad de la mencionada Hermandad, que se encontraba al culto en uno de los altares de la iglesia de santa Isabel. La imagen de la Virgen de la Piedad es obra del escultor murciano Antonio José Palao Marco, que fue director de la Escuela de Bellas Artes de Zaragoza, y fue realizada por encargo de doña Ana Falcón Bravo de Almech quien, con fecha de 18 de octubre de 1870, comunicaba a la Hermandad que había encargado al escultor Antonio Palao la talla de la imagen de La Soledad, en la que se representaba a la Madre de Dios al pie de la Cruz con su Hijo en los brazos después del Descendimiento y deseaba hacer donación de la misma a la Hermandad, solicitando de la misma que estuviese siempre expuesta a la veneración en uno de los altares de la iglesia de san Cayetano. Concluida la talla de la nueva imagen fue bendecida en el palacio arzobispal el Domingo de Ramos, 2 de abril de 1871, por el titular de la diócesis, cardenal don Manuel García Gil, siendo conducido el paso, en la misma tarde del Domingo de Ramos, a la iglesia de san Cayetano desde donde saldría en procesión integrado en el Santo Entierro de la tarde del Viernes Santo. La imagen de Palao para Zaragoza aparece estrechamente vinculada a la Virgen de las Angustias, obra de Francisco Salzillo, de la iglesia de san Francisco de los PP. Escolapios de Yecla, localidad natal de Palao, estableciéndose con ella muy pocas diferencias, aunque el grupo de Zaragoza se nos presente más sereno, sin el dramatismo imperante en las obras de Salzillo. Aparece la Virgen sentada sobre un peñasco, revestida con rica túnica ceñida en la cintura y amplia capa, con capucha que también cubre su cabeza elevada, con sus ojos llorosos –con un sereno dolor– clavados en el cielo, implorantes. Sus manos se abren vacías, impotentes. El cuerpo de Cristo aparece sentado en tierra, apoyando su cabeza yerta sobre la rodilla derecha de la Virgen y manteniendo los brazos caídos. El derecho a lo largo de su costado –sin el ángel que se lo sostenía en los pasos de Salzillo– y el izquierdo entre los plegados de la túnica de su Madre, entre sus piernas. Su cuerpo desnudo tan sólo aparece cubierto por el paño de castidad. Sangra abundantemente por la herida de su costado. Todo el grupo se coloca sobre un terreno abrupto, tallado, al igual que la imagen, en madera, sobre el que aparece la cartela con la inscripción «Jesús Nazareno, Rey de los Judíos» en hebreo, griego y latín, semitallada la corona de espinas, además de los clavos y las tenazas como símbolos pasionarios. Está firmada y fechada en el lado derecho de la peana: «A. PALAO. Escultor. 1871». El conjunto fue restaurado y estofado por los Hermanos Albareda en el año 1939, siendo nuevamente remozado por los mismos artistas en 1961 y, posteriormente, en 1994 y, por último, sometido a un importante proceso de restauración durante los últimos meses de 2013 y primeros de 2014, a cargo de Francho Almau y Leticia Sanz, de Sacroa.
En 1941 la cofradía de la Piedad incorporó a sus procesiones el Santo Cristo de la Piedad, que se venera desde 1660 en la Capilla de la Santa y Real Hermandad de Nuestra Señora del Refugio y Piedad de Zaragoza. Se trata de una magnífica talla en madera de pino, policromada, que representa a Cristo muerto, con tres clavos y paño de castidad anudado al lado izquierdo. Parece ser obra del siglo XVII y se ha atribuido a Juan de Mesa o a alguno de sus discípulos. Fue restaurado entre 1985 y 1986.
Congregación de Esclavas de María Santísima de los Dolores. Fundada en 1866, esta Congregación de Esclavas de María Santísima de los Dolores saca procesionalmente una magnífica imagen de la Virgen de los Dolores, titular de esta congregación, de la que desconocemos el autor y la fecha de su talla. Se trata de una Virgen que, por ir vestida, tan sólo manifiesta exteriormente y trabajadas a la perfección la cara y las manos, y por ello es muy difícil, sin documentación, atribuirla a un escultor o a una época concreta, ya que estas características escultóricas perviven desde el siglo XVIII hasta nuestros días. Podría haberse realizado en los últimos años del siglo XIX o a principios del XX y encaja estilísticamente dentro de la manera de hacer de los afamados escultores Antonio y Carlos Palao, padre e hijo, que trabajaron activamente en Zaragoza. Comenzó a salir procesionalmente el año 1946.
Hermandad de San Joaquín y de la Virgen de los Dolores.
Fue en 1937 cuando la Antiquísima Cofradía del Patriarca San Joaquín, de mercaderes comerciantes de Zaragoza, fundada en 1522, se convirtió en cofradía penitencial filial de la Hermandad de la Sangre de Cristo, comenzando a procesionar, como titular, una bella imagen de la Virgen de los Dolores, propiedad de la Hermandad de la Sangre de Cristo, obra de Antonio Palao Marco, realizada en 1856, que en aquellos momentos se encontraba al culto en la capilla de Hermandad de la Sangre de Cristo, en la iglesia de santa Isabel y que, en la actualidad, se encuentra en la capilla de la cabecera, en el lado de la Epístola, del mismo templo. Años más tarde, en 1949 fue estrenada una nueva imagen que había sido encargada al artista granadino Manuel José Calero Arquellada y que fue costeada por el matrimonio de don Victoriano Zapatero y doña Ascensión Gargallo, al celebrar sus bodas de plata matrimoniales. Regaló también este matrimonio una bella túnica de terciopelo y un manto bordado en oro para cuando la imagen estuviera en el altar. Destaca de esta imagen, de vestir, su rostro, lleno de dolor y amargura, que recuerda a las imágenes dolorosas andaluzas, lógica trasposición de la tierra de origen del escultor. La imagen de la Virgen de los Dolores recibe culto en la capilla de la Hermandad de la Sangre de Cristo en la iglesia de santa Isabel, en una hornacina situada encima del Santo Cristo de la Cama. En el paso procesional, debajo de la imagen de la Virgen, figura un busto de san Joaquín, cotitular de la Hermandad, trabajado en cobre repujado, regalado en 1951 por el mismo escultor Calero a la Hermandad.
Muy Ilustre, Antiquísima y Real Hermandad de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo y Madre de Dios de Misericordia.
Cierra la procesión del Santo Entierro la Muy Ilustre, Antiquísima y Real Hermandad de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo y Madre de Dios de Misericordia con la carroza del Santo Cristo de la Cama, portado por los hermanos de la Hermandad, de la sección de Cama.
Desde el siglo XVII estaba instituida en la iglesia conventual de san Francisco de Zaragoza la Hermandad de la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo y Madre de Dios de Misericordia, encargada de la celebración de los actos piadosos de la Semana Santa de Zaragoza y fiel guardiana de una de las imágenes más veneradas de la ciudad: el Santo Cristo de la Cama. En su capilla estaba depositada esta imagen dentro de una urna de plata que no pudo ser salvada de la destrucción del edificio por las tropas francesas en los primeros días de febrero de 1809. El día 17 de aquel mes de febrero, una mujer zaragozana llamada María Blánquez, junto con cuatro hombres, entró en las ruinas de la iglesia de san Francisco y de entre ellas extrajo la imagen del Santo Cristo, que fue trasladada al templo del Pilar y depositada junto a la Virgen; después ya en 1810 se depositó en la iglesia de santa Cruz y, posteriormente, el día 24 de diciembre de 1813 era colocada definitivamente en la iglesia de santa Isabel, donde la Hermandad había establecido su sede.
Se trata de una talla Cristo en el Sepulcro, de autor desconocido, de finales del siglo XVI o principios del XVII, con brazos articulados y peluca de pelo natural. Con ella se realizaba antiguamente la ceremonia del descendimiento de la cruz. Para su culto y traslado procesional se construyó una urna de madera de gran sencillez, que en el año 1855 se encontraba en muy mal estado. Por ello, en el Capítulo extraordinario de la Hermandad celebrado el día 21 de octubre de 1855 fueron vistos los diseños de una cama nueva que había realizado Antonio Palao. Examinados por los hermanos concurrentes al capítulo y aprobados, se encargó a la misma comisión que en aquellos días trataba con el escultor de la construcción de la imagen de Nuestra Señora de los Dolores, que ultimaran con el artista los detalles que hacían referencia al precio y a sus condiciones. La cama se eleva sobre un basamento de madera en cuyos ángulos aparecen los símbolos de los cuatro Evangelistas: el águila y el ángel en la parte frontal y el león y el toro en la parte posterior. La cama propiamente dicha, al igual que el resto de los accesorios que la completan, está labrada en madera, dorada y policromada. Tiene planta rectangular con los ángulos rematados a bisel donde se apoyan los ya mencionados símbolos de los Evangelistas. La parte frontal se decora con el emblema de la Hermandad de la Sangre de Cristo (cruz con sudario, lanza y esponja) dentro de carnosa cartela y a ambos lados dos arcos renacentistas decorados con rica vegetación de estilo plateresco. Los laterales se articulan en ocho hornacinas cuyos arcos se apoyan en columnas abalaustradas y en las enjutas de los arcos aparecen ricas cabezas de querubines. Cada una de las hornacinas aparece rellena con la figura de cuerpo entero y de mediorrelieve de un apóstol o un profeta, con alguna inscripción y su atributo correspondiente. Desde la cabecera y en el lado izquierdo del espectador, mirando desde el frente, la serie de santos es la siguiente: Isaías, como profeta y la inscripción: «SICUT AVIS ACCIONEM DUCETUR. C° 53 V° 7°»; san Pedro, lleva el atributo de las llaves y la inscripción: «CREO EN DIOS PADRE TODO PODEROSO CREADOR DEL CIELO Y DE LA TIERRA»; san Juan, con su atributo del cáliz y la inscripción: «Y EN JESUCRISTO, SU ÚNICO HIJO, NUESTRO SEÑOR»; Santiago el Mayor, con el báculo de peregrino y la inscripción. «FUE CONCEBIDO POR EL ESPIRITU SANTO»; san Andrés, con la cruz en aspa y la inscripción: «PADECIO DEBAJO DEL PODER DE PONCIO PILATO»; san Felipe, con la cruz y la inscripción: «DESCENDIO A LOS INFIERNOS »; santo Tomás, con su atributo de la escuadra y la inscripción: «AL TERCER DIA RESUCITO ENTRE LOS MUERTOS» y Jeremías, vestido de profeta, con la cabeza cubierta y la inscripción: «EL PORIUREM E LA FIDEN SU PERMS. C° 3° V° 33». En el lado derecho, comenzando por los pies: Daniel; con la inscripción: «DUAS ECCIDEN CRISTI. C° 9 V° 20»; san Bartolomé, llevando como atributo el cuchillo y la inscripción: «SUBIO A LOS CIELOS Y ESTA SENTADO A LA DIESTRA DE DIOS PADRE»; san Mateo, con su atributo iconográfico de la bolsa de dinero y la inscripción: «DESDE ALLI HA DE VENIR A JUZGAR A LOS VIVOS Y A LOS MUERTOS»; Santiago el Menor, con su atributo de la clava de su martirio y la inscripción: «CREO EN EL ESPIRITU SANTO»; san Simón, con la sierra y la inscripción: «LA SANTA IGLESIA CATOLICA»; san Judas Tadeo, con la pica y la inscripción: «LA COMUNION DE LOS SANTOS Y EL PERDON DE LOS PECADOS»; san Matías, con la lanza y la inscripción: «LA RESURRECCION DE LA CARNE Y LA VIDA PERDURABLE» y por último Ezequiel, como profeta y la inscripción: «EL SUSCITADO SUPER EAS PARLAREM UM QUI PASCA EAS SERUM MEUM. C° 3 V° 33». En la parte posterior aparece el escudo de España entre decoración vegetal plateresca y sobre la cabecera de la cama están colocadas las figuras de dos ángeles mancebos, vestidos con túnica, en actitud de coronar a Cristo con una corona imperial que sustituyó en 1942 a la primitiva, de la que colgaba una guirnalda de flores.
En el mismo año fue restaurada toda la Cama por Mariano Aladrén.